El tercer debate y la (posible) mujer presidente
- A. Montalvo Casares
- Oct 20, 2016
- 3 min read

Me subí al primer taxi en Las Vegas un día antes del esperado y último debate entre Trump y Clinton, al volante un hombre de 40 años (cálculo), le pregunte por quién iba a votar y rápidamente me respondió explicándome el absoluto desastre que, para el, son estas elecciones después abundó en los motivos por los que, sin estar completamente convencido, votaría por Trump: Veterano de guerra le aterra la idea de que Clinton no tenga el "sentido común" de proteger sus correos con información sensible pero además le enoja y preocupa mucho que haya "dejado colgado" al embajador en Benghazi. Me baje del coche con la incómoda sensación de ver cuestionadas mi certezas (lease Clinton es la elección más obvia, sensata).
Pregunto de nuevo, ahora es un joven de 35 años de origen mexicano que vive en Las Vegas desde los 5 años pero jamás se registró para votar, la política -me dice - No le interesa.
Una respuesta que escuche suficiente como para entender que muchos adultos jóvenes en Estados Unidos están igual de cansados que nosotros (en México) de la clase política y sus "engañosas" formas, no están interesados en esta elección que les ofrece una política de sepa pura y honestidad dudosa frente a un loco que tiene como única ventaja que "es nuevo".
Decenas de personas me respondieron igual. "No me interesa la política" "los dos son igual de malos".
A tono de la temporada algunos llaman a estas "las elecciones del terror", mucha gente se siente frustrada con la oferta y votará por el "menos malo", esto es lo que yo me encontré en Las Vegas, Nevada, un estado predominantemente republicano.
La noche del debate llegue 2 horas antes del inicio imaginado que encontraría un gran número de manifestantes con quienes complementar mi pequeño ejercicio de sondeo. Ubique solo unas cuantas personas que me Aseguraron que sus hijos fueron asesinados por inmigrantes ilegales y que Trump me quiere (eco del famoso "Jesus loves you").
Entre al salón de prensa donde cientos de medios de todo el mundo reportaban para sus audiencias, me encontré con pocos (uno) medios mexicanos, ¿será posible que seamos el país potencialmente más afectado por las elecciones y el menos involucrado "en la calle" en el proceso electoral? Al menos a nivel de prensa en el lugar de los hechos así parece.
El debate provocó carcajadas y suspiros amargos con ritmo de "aquí vamos otra vez", yo me quede con algunos puntos:
1. Me encontré con una Hillary más firme, más clara, casi en tono de mama regañona frente a Trump. (Punto para ella)
2. Trump haciendo progresos desde su primer debate, buen estudiante, igual cortisimo en formación pero hábil.
3. Me preocupa, foco rojo, la negativa de Trump de comprometerse a aceptar el resultado de las elecciones, abre una puerta muy peligros que podría, de menos, poner en cuestión la legitimada de la presidencia de Clinton si ella ganara.
4. De nuevo los gritos, sombrerazos y arañazos que por muy simpáticos que sean, contribuyen a la erosión del interés entre el electorado.
5. Escuche a Hillary mujer, desde su defensa a nuestro derecho a decidir hasta una expresión realmente indignada por este comportamiento de acoso sexual de Trump que todas, dice ella, hemos experimentado (al menos en 90% tiene razón).
No tengo diagnóstico a largo plazo pero creo que acá no habrá ganador, habrá, si a caso, un perdedor, Donald Trump.
Antes de salir para el aeropuerto un joven negro me asegura que el votará por Clinton por qué "es mujer" y "el quiere ver una mujer presidente", todo lo demás es lo de menos. Me subo al taxi y casi por providencia periodística mi chofer, un veterano de la naval, me dice que no logra decidirse, se debate, le atormenta, le preocupa mucho que Hillary sea mujer por que "Nadie la va a tomar en serio", le hablo de Margaret thatcher y de Angela Merkel, me cuenta de sus compañeros caídos. Antes de bajarme del coche me agradece la ayuda, lo noto aliviado y camino pensando en como Hillary es la tal vez la/el únic@ candidat@ ¿presidente? al que nos dirigimos en primera persona. Voy de regreso a México
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